Desde hace más de una década, oímos hablar cada vez más frecuentemente de criptomonedas (hoy existen más de 17500 tipos) y precisamente desde 2008, año en que se "acuñó" el Bitcoin. A lo largo del tiempo, su valor ha aumentado tanto que llegó a alcanzar un récord de 63 mil dólares.
El auge mediático del Bitcoin, que lo dio a conocer al gran público, sucede en febrero de 2021 cuando Elon Musk (fundador de Tesla y hoy también propietario de Twitter) anuncia haber invertido mil quinientos millones de dólares en Bitcoin y que Tesla aceptaría pagos en esta moneda virtual.
Tras tales anuncios, el valor del Bitcoin se disparó para luego desplomarse solo tres meses después, cuando Tesla comunica que no aceptaría más pagos en Bitcoin debido a que las transacciones de la criptomoneda incrementan el uso de combustibles fósiles, en especial del carbón cuyas emisiones atmosféricas, se sabe, son de la peor especie.
Qué es el Bitcoin
El Bitcoin es la más famosa de las criptomonedas y es considerado el equivalente digital del oro. Es una moneda virtual diseñada como medio para transferir riqueza sin la intervención de ningún Banco Central que tenga el poder, por lo tanto, de devaluarla.
Los Bitcoin se guardan en billeteras digitales llamadas "wallets" que son, en práctica, plataformas a las que se accede vía sitio web o mediante una aplicación descargable en el propio smartphone.
En estas plataformas es posible comprar Bitcoin u otras criptomonedas a partir de dinero real en euros, dólares u otras monedas tradicionales (llamado "fiat") en un proceso denominado "exchange".
Las transacciones de Bitcoin se almacenan en un registro digital descentralizado (es decir, compartido entre todos los usuarios) donde los datos están cifrados alcanzando niveles de seguridad muy elevados.
Este registro es conocido con el nombre de "blockchain", una base de datos digital estructurada como una cadena de bloques enlazados entre sí que permite las operaciones de intercambio de moneda.
Bitcoin y el impacto ambiental
El Bitcoin, como las demás criptomonedas, es inmaterial por lo que no tiene costos de producción en términos tradicionales como el uso de papel y plástico para los billetes o la extracción de metales preciosos para las monedas.
Sin embargo, el Bitcoin requiere una gran cantidad de energía para su "extracción".
El proceso de extracción de bitcoins, denominado "mining", consiste en la resolución de complejas ecuaciones criptográficas para crear nueva moneda virtual en forma de nuevos bloques que se añaden a la cadena de bloques. Los mineros, por cada transacción verificada, ganan una porción de Bitcoin.
Por lo tanto, la minería es un proceso extremadamente energívoro ya que el procesamiento del cálculo computacional destinado a la verificación y validación de transacciones requiere mucho tiempo y es llevado a cabo por computadoras superpotentes que, al consumir mucha energía principalmente derivada de combustibles fósiles, contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero.
El CCAF (Cambridge Center for Alternative Finance) ha identificado el "Cambridge Bitcoin Electricity Consumption Index", un índice que mide la cantidad de electricidad utilizada en el mundo en el proceso de extracción de criptomonedas. Ha descubierto que en un año la cantidad de energía eléctrica utilizada en el proceso de minería es equivalente a la consumida por naciones de tamaño medio como Italia y los Países Bajos.
De la comparación de los datos de las emisiones producidas respecto a su valor de mercado se deduce que en 2020 la extracción de un solo Bitcoin (mayor del 50% de su valor) contaminó más que la extracción de petróleo (41%) y la extracción de oro (4%).
Bitcoin, criptomonedas y sostenibilidad
La creciente presión hacia la sostenibilidad está alcanzando también el mundo de las criptomonedas, obligando a las diversas empresas del sector a reducir su huella de carbono siguiendo diferentes caminos.
Un ejemplo es el uso de fuentes de energía renovable, principalmente hidroeléctrica que, a diferencia de la eólica y solar, al no ser intermitente garantiza un flujo eléctrico constante (condición indispensable para el proceso de minería).
El Bitcoin Mining Council (BMC), el foro global de empresas que operan en la industria del Bitcoin y de la minería, ha elaborado un informe en julio de 2022 según el cual en el segundo trimestre de 2022 el 59.5% de la actividad de extracción fue realizada utilizando una mezcla energética sostenible.
Otro ejemplo de transición hacia la sostenibilidad es el de Ethereum, la segunda criptomoneda después de Bitcoin en términos de importancia y popularidad.
Ethereum recientemente ha decidido dar un giro hacia lo ecológico modificando su proceso de minería para la validación de transacciones (de Proof-of-work, que es el modelo de Bitcoin, a Proof-of-stake, basado en la participación de los usuarios en la propia blockchain) para consumir menos energía, reduciéndola potencialmente en un 99%.
Existen también criptomonedas sostenibles creadas específicamente con una clave ecológica.
BitGreen (BITG) es una criptomoneda fundada en 2017 con el propósito de incentivar comportamientos ecológicos virtuosos por parte de los consumidores para ganar BITG, como por ejemplo la compra de productos de kilómetro cero o el uso compartido de coches (carpooling).
Powerledger (POWR) es una criptomoneda que surgió en 2016, una plataforma para permitir el intercambio de energía peer-to-peer generada a través de paneles solares.
Cardano (ADA), desarrollada por el cofundador de Ethereum, es una moneda sostenible que logra combinar velocidad y eficiencia permitiendo 1000 transacciones por segundo con un consumo de energía menor en comparación con las 7 de Bitcoin. Además, Cardano se utiliza para contratos digitales y aplicaciones descentralizadas.
Chia (XCH) es una criptomoneda innovadora que se basa en el método "Proof of space". Este método permite extraer Chia de manera autónoma utilizando el espacio disponible del disco duro del propio PC, agregándolo así a la red descentralizada.
Crypto Climate Accord (CCA)
Entre las iniciativas que apuntan a la sostenibilidad del mundo de las cripto se encuentra el Crypto Climate Accord (CCA), un acuerdo orientado a eliminar el impacto climático derivado de las criptomonedas.
Inspirado en el acuerdo de París sobre el clima, el CCA se centra en la descarbonización del sector de la blockchain y los procesos de minería de criptomonedas.
El acuerdo está conformado por un grupo de empresas privadas que se comprometen a sustituir totalmente las fuentes de energía no renovables por fuentes renovables antes de 2025, alcanzando cero emisiones netas en 2040.